En Sus Zapatos
Qué significa ser víctima de la violencia contra la mujer
Adelma es una mujer guatemalteca, trabajadora, madre de tres hijos y sobreviviente. Esta es su historia…
“Yo sufrí violencia de todo tipo de parte de mi esposo, así que decidí empezar a ganarme la vida sin su ayuda, pues tenía 3 hijos que sacar adelante, pero él empezó a amenazarme con dejarme ‘impedida’ para que me quedara sin trabajo. Me echó de la casa por un año y cuando regresé las cosas empeoraron. Yo nunca creí que sus amenazas se iban a volver realidad pero en marzo del 2008, mi vida cambió para siempre, mi esposo me mandó a matar, fui atacada, pero gracias a Dios sobreviví, lamentablemente perdí un brazo. Cuando regresé a la casa del hospital, mis ganas de vivir se fueron.
Él me seguía exigiendo dinero, que trabajara y cocinara pero, sorprendentemente, fue esto lo que me hizo levantar el espíritu y decirle que lo iba a hacer todo, pero que él se tenía que ir de la casa. Yo vivía en constante miedo y con tristeza pero no hacía nada para detenerlo. El día que amenazó a mi hija fue cuando finalmente me atreví a denunciarlo a la policía. Si no fuera por mi hija, nunca me hubiera atrevido a poner la denuncia y no hubiera habido justicia. Mi esposo juró que iba a cambiar pero nunca más le creí. La jueza que siguió mi caso me mandó a terapia, la cual me ha ayudado mucho.
También puse una denuncia en la Capital con ayuda de mi psicóloga y, después de dos años, en el 2010 lo agarraron y lo mandaron a la cárcel. Hoy en día trabajo y vivo con dos de mis hijos, a veces es difícil pero finalmente vivimos tranquilos. Igualmente, soy parte de Las Poderosas Teatro, un grupo de mujeres víctimas de violencia que narramos nuestras historias de vida a través de obras teatrales. Estar en este grupo y lograr vivir de nuevo mi vida ha servido como sanador para aliviar mis heridas y seguir adelante”.
La violencia contra las mujeres es uno de los problemas más invisibilizados por la sociedad. Ésta no discrimina condiciones económicas ni sociales y puede ocurrir en una relación de pareja, en el trabajo o en cualquier espacio público. Las heridas de este tipo de violencia pueden ser visibles o puede que las víctimas las lleven muy dentro de ellas, pero esto no quiere decir que una forma de abuso sea menos despiadada que la otra.
Tristemente, muchas culturas todavía justifican este tipo de agresión creyendo que los hombres tienen el derecho de dictar la vida de las mujeres. La mayoría de mujeres maltratadas no informan sobre su victimización por miedo a su agresor, vergüenza o culpa que sienten por ser víctimas. Detrás del abuso existe un extremo desgaste psicológico, físico y emocional que limita la víctima a despegarse de su agresor y la convierte en una persona dependiente, con baja autoestima y con una personalidad diferente a la que mostraba antes del abuso.
Es por esto que cuando una mujer es tachada de masoquista por la sociedad o por ella misma, se está olvidando el hecho que la violencia deteriora y limita la capacidad de pelear por sí misma. El juzgar a las víctimas de la violencia por su falta de acción en contra de su agresor es contribuir al abuso, pues no conocemos todo lo que han vivido y, al no estar en sus zapatos, no podremos entender realmente sus decisiones. Lo que sí podemos hacer es apoyarlas y darles herramientas que puedan ayudarlas a salir de este círculo de dolor.
Adelma logró romper este círculo y en el guión de la obra “Creación Colectiva de Las Poderosas Teatro” se narra lo que vivió en proceso de denuncia judicial contra su marido:
“Las noches antes de la primera audiencia no dormía, temblaba del miedo porque él me había amenazado. Dos días antes me llamó y me dijo que me iba a poner mi brazo y yo le dije que no quiero un brazo postizo, mi brazo vivo quiero yo. Y lo que me dolía era que no decía la verdad porque ahora decía que me quería, que regresara a vivir con ellos. Él me dijo: yo no puedo darle de nuevo su brazo, eso es imposible. Entonces yo le dije que era imposible que yo dejara el juicio.
Me acuerdo que cuando terminó, fui a darles las gracias pero ellos me dieron las gracias a mí por haber sacado adelante mi juicio. Todas las de los juzgados, todas las de Sobrevivientes, del Ministerio Público, los fiscales, la jueza de San José Pinula, me admiran. Dicen que yo di un paso, que yo salí adelante y que a mí no me convencieron a pesar de las amenazas. Yo siento mi brazo siempre y hago como si lo tengo, ya me acostumbré. La verdad es que me he sentido muy feliz, a veces no paro de reírme y cómo me dan ganas de oír música de nuevo.”
Las Poderosas proclaman con sus obras teatrales una respuesta colectiva ante los diferentes tipos de violencia contra las mujeres, con una filosofía que muestra el abuso que las siete integrantes sufrieron y cómo lograron salir adelante. Como ellas, existen tantas otras sobrevivientes que a pesar del maltrato y la dificultad de ver una esperanza, han logrado escapar del abuso.
Asociaciones y fundaciones de ayuda contra la violencia a la mujer
Fundación Sobrevivientes
Tel: 2245 3000
CICAM Guatemala
Tel: 22381746 y 2238 1798
Mujeres transformando el mundo
Tel: 2221 3030
www.mujerestransformandoelmundo.org
Redacción: Rita Arévalo
Para ver la edición completa en digital haz click aquí