LOOK DIARY: Conociendo a Mr. Hodgkin
Cuando tienes 36 años y estás a la mitad de la vida hay muchos planes y proyectos en camino, pero nunca te imaginaste que en medio de todos ellos estaría el cáncer.
Hace algunos meses estaba recibiendo la noticia. El doctor leía el primer diagnóstico de la patología:
“Proceso linfoproliferativo maligno con linfoma Hodgkin*”.
¿Linfo qué? ¡Que alguien me mande un traductor! En mi mente, la única palabra que entendía era maligno, y definitivamente me indicaba que no eran buenas noticias. Quedé en blanco. Nada hacia sentido para mí. Veamos, vengo del mundo del diseño y el arte, palabras como “linfoma” y “Hodgkin” no van con color, creatividad o tipografía. ¡¿En dónde está mi ctrl+z?!
De pronto, otra palabra que sí reconocí: “quimioterapia”. Inmediatamente pensé, ¡se me va a caer el pelo! Meses después, créanme, el pelo es lo que menos me preocupa. Aunque no se me ha caído por completo, mis miedos tomaron otros caminos. Ahora son otros mis retos y prioridades. Lo que yo sabía de quimioterapias es lo que había visto en la tele y oído de otras personas. En ese entonces el escenario no pintaba muy bonito.
Mi esposo y mamá me acompañaban el día del diagnóstico, 22 de septiembre del 2015. Estaban algo callados, cuando normalmente la callada soy yo. Salimos de la clínica y fuimos a tomar un té.
– ¿Cómo se siente? – dijo mi mamá. ¿Tengo cáncer? – pregunté. Aún así, para mí la dimensión de la situación no parecía ser tan seria. Al mismo tiempo pensaba en los diseños que tenía pendientes, la piñata a la que invitaron a mi hijos, el tráfico que íbamos a encontrar regreso a casa, etc, etc, etc.
Soy la segunda de cuatro hermanas; esa noche todas llegaron a mi casa, y mientras cenábamos intentaba explicarles lo que estaba pasando. No recuerdo mucho lo que dije, probablemente fue poco porque mi mente estaba viajando en otra galaxia, pero lloramos…tanta incertidumbre era abrumadora. En esos momentos ninguna de nosotras imaginaba lo que este viaje iba a cambiar nuestras vidas.
A partir de ese día todo parecía avanzar tan rápido; citas con médicos, exámenes, tomografías, biopsias, más exámenes, otra biopsia, más exámenes…hasta que el 24 de diciembre del 2015 recibimos el diagnóstico definitivo, y el 5 de enero de este año empecé con la primera quimioterapia. Ese día mi mamá cumplió 60 años; quién diría que las dos comenzaríamos grandes momentos en nuestras vidas la misma fecha.
Estoy en un tratamiento por 6 meses con quimioterapias cada 15 días. Cada una dura alrededor de ocho horas, y hasta hoy no me ha salido un tercer ojo ni brillo en la oscuridad.
Hay mucho negativismo alrededor del cáncer. Es usual que te digan que la quimioterapia es un veneno, que la gente que tiene cáncer se muere y, que si vives, tu calidad de vida será terrible. Pero conforme las semanas pasan y más conozco del tema, todas estas palabras resultan menos amenazantes. Ante una situación que no puedo cambiar descubrí que estar informada es la mejor herramienta para darme seguridad y algo de control.
Esta semana recibo la sexta quimioterapia. Con las anteriores, mi cuerpo ha respondido bien. Tengo días de cansancio y poca actividad, días muy emotivos donde he estado triste, callada, extraña y otros donde río, salgo, trabajo y me animo. Ningún día es igual, ni física ni emocionalmente, pero amanecer con mi esposo e hijos es la energía más pura que puedo recibir.
El cáncer todavía es tabú
Mientras la noticia se conocía entre amigos y familia noté que el cáncer sigue siendo un tema tabú. Las personas no saben qué decirte o que no decirte, cómo verte, si saludarte o mejor salir corriendo para el otro lado. Hubo muchos momentos incómodos al inicio, hasta que poco a poco estas barreras se fueron rompiendo. A medida que nosotros mismos empezábamos a hablar del tema, abríamos la puerta para que otros también lo hicieran. Ahora las preguntas las tenían los demás; “¿Cómo supiste que tenías cáncer?”, “¿Te dolía algo?, ¿qué te hacen en una quimioterapia?”
En mi caso, el detonante fue cuando palpé en el lado derecho de mi cuello dos ganglios inflamados. Podía sentirlos con mis manos, pero nunca tuve otros síntomas; ni fiebres, dolores, pérdida de apetito, cansancio u otro. Esto es lo que más me confundía al inicio del tratamiento. Pensaba, “Cómo es posible que no detuve mi vida un sólo día antes de empezarlo, y ahora lo que me va curar es lo que me va hacer sentir mal?”.
Tenía miedo e incertidumbre hasta que conocí a María Marta, una mujer valiente que ha vivido 10 años con cáncer que con una llamada me llenó de esperanza y ánimo. Ella ha pasado por alrededor de 200 quimioterapia. Y yo aquí afligida por mis 12 sesiones. ¡Por favor!
La lucha contra el cáncer en acción
Inspirada por un grupo de amigas de sobrevivientes de cáncer entendí que ningún caso es igual, y que en este camino hay muchos aliados; uno de ellos es la quimioterapia. Fue en ese momento que decidí ponerme el chip de guerrera y no de víctima. Decidí que muchas cuestiones no dependen de mí, pero esa actitud con la que las enfrento sí, y que no estaba sola. No es momento de ser la “súper mujer” que la sociedad nos demanda, sino que es mi tiempo, el momento de enfocarme en mí para que mi mente, corazón y cuerpo trabajen juntos en una sola dirección.
Me di cuenta que se vale llorar y ser vulnerable, que se vale hacer pausas en la vida, respirar profundo y luego seguir. Entendí que está bien tener miedo, confusión e incertidumbre, pero que la vida sigue y la meta no es ser perfecta sino llegar a ser la mejor versión de ti.
Uno para todos, y todos para uno
Hemos sido apoyados por una avalancha de bendiciones y situaciones que no podemos explicar. Yo lo llamo Dios, otros le dicen universo, energía, ser superior, karma…no importa el nombre, el fin es el mismo. Desde flores, llamadas y abrazos hasta campañas en internet, obras de teatro y bingo; cada experiencia nos ha impactado en lo más profundo. Hemos recibido tanto en todo sentido que ahora es momento de empezar a devolver.
¿En qué persona me voy a convertir después del cáncer? No sé, pero sí sé que me está transformando porque algo así no llega a la vida sólo porque sí. Llega para cambiarte, mejorarte y ver con otros ojos lo que siempre ha estado frente a ti.
Aún tengo muchas preguntas sin responder, pero ya no me afano en querer responderlas todas, sólo me concentro en el hoy. Aunque hay días dónde me desconozco, estoy segura que este re-descubrirme va llevarme a ser una mejor mujer.
El 11 de marzo cumplí 37 años, y como diría una buena amiga, quién iba a decir que en este año Dios me pediría tanto y también me daría tanto.
* El linfoma de Hodgkin es cáncer en el sistema linfático: tejidos y órganos que producen y transportan los glóbulos blancos para combatir enfermedades. Es de los menos agresivos, de los más curables y tratables.
Melissa Larín es una diseñadora gráfica de 37 años. Fundadora de Menta y Torojil, madre de dos hijos que le gusta viajar, con espíritu aventurero.
“This is your life, do what you love”-Holstee Manifiesto