“LA MAID”: TRIPLEMENTE DISCRIMINADA

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Un acercamiento sobre cómo el sistema de servicio doméstico en Guatemala tiende a ser excluyente y limita el acceso a oportunidades.


“Estas mujeres jamás podrán salir adelante con salarios tan reducidos y sin garantías. Sus hijos crecerán sin madre. La sociedad seguirá siendo una sociedad de injusticia y de familias separadas. Luego nos asustará la violencia social que seguramente generará una situación como la anterior”, Vanessa Núñez. 


Ella es la figura fundamental para mantener la “tranquilidad de la casa”, es la primera en levantarse de madrugada, preparar el desayuno y las loncheras de los niños; casi siempre come parada en la cocina, ingresa por la puerta trasera o el garage y además recibe un salario precario. Es popularmente conocida por todos como la “muchacha” o la “patoja” que trabaja en la casa.

Por décadas, el servicio doméstico en los hogares guatemaltecos ha sido prestado mayormente por mujeres de escasos recursos y provenientes de pueblos indígenas del interior del país. Mujeres que sacrifican sus vidas personales por un salario mínimo que devengan, el cual no es justo para las jornadas de trabajo de hasta 16 horas y los retos a los que se enfrentan, comenzando por aprender un idioma nuevo: el español; y que además constituyen un gran porcentaje de la población analfabeta de nuestro país.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la oficina Regional para América Latina y el Caribe de Unicef, nuestro país es registrado con el mayor índice de niñas dedicadas al trabajo doméstico en América Latina con un 14.4%.*

En Guatemala no se regula la edad de contratación para una empleada doméstica, mucho menos se controlan sus prestaciones y servicios. Su labor diaria incluye tareas como la limpieza, cocinar, planchar, cuidar a los niños, pasear al perro, hacer jardinería, hasta acompañar a hacer mandados; todo sin descanso alguno, más que las ocho horas nocturnas para dormir, lo cual está establecido en artículo 164 del Código de Trabajo** en el cual se estipula que las trabajadoras domésticas deben disfrutar un descanso absoluto mínimo y obligatorio de diez horas diarias (por lo menos ocho nocturnas y continuas), lo que da lugar a que trabajen un total de 12 horas diarias con derecho a dos horas libres de comidas.

“Cuando entré a trabajar me dieron unos cubiertos, platos y vaso. Me dijo la patrona que sólo esos podía usar para comer. Me dijo que ella iba a saber si yo tocaba los demás porque tiene cámaras en toda la casa”. Trabajadora de casa particular en un residencial en zona 16.

 


LOS UNIFORMES

La palabra uniforme hace referencia a algo igual, homogéneo; por décadas se le ha enseñado a los guatemaltecos a encasillar y segmentar a un grupo de personas como trabajadoras domésticas, quienes son privadas incluso de un poder de elección de vestimenta para su trabajo diario, en su mayoría, dejando a un lado sus trajes indígenas por el típico camisón de algodón de colores y el delantal blanco que se pueden conseguir en tiendas donde venden productos domésticos o la sección de productos de limpieza en el pasillo del supermercado.

El uniforme es una de la evidencias más claras y sin embargo no es la única, ya que existen otros mecanismos dentro de nuestra sociedad que perpetúan el trato no equitativo para las mujeres que prestan servicios domésticos en casas particulares.

En una ciudad cundida de condominios y residenciales privados, la norma en la mayoría de los mismos, sin importar la zona o la capacidad económica de quienes habitan en él, es la revisión de las pertenencias del servicio doméstico al salir del residencial, una invasión a la privacidad, con el fin de asegurarse que no se llevan nada de las casas sin permiso de sus patrones. Continuando con el trato excluyente y despectivo, fomentando la cultura y creencia que dichas personas no son de fiar. No se limita únicamente a esto.

Recientemente en 2014, en un residencial exclusivo de zona 16, el comité de vecinos pasó una carta en el que se establecía que el servicio doméstico no podía ser visto fuera de las casas, pasadas ya las 5 de la tarde. Situación que se repite por condominios en áreas residenciales en las zonas más exclusivas de la ciudad, incluso esto llega a aquellos de Antigua Guatemala en el que existe el caso de un condominio residencial exclusivo en el que se prohíbe la presencia del servicio doméstico en las áreas verdes y parques, especialmente en momentos de ocio.

La libre expresión y opinión también son uno de los principales derechos que se suprimen a estas mujeres, ya que su estado de salud, también es algo que deben mantener en secreto sin permiso a sentirse mal o indispuestas. Aunque sea de su conocimiento que la cantidad de trabajo es excesiva, física y emocionalmente, incluso a ocasionar fatiga o cansancio, el silencio por “respeto” es la norma no escrita, ya que la creencia que se les inculca es que deben estar agradecidas con los patronos por tener un trabajo.

Quienes trabajan prestando servicios domésticos en Guatemala, constantemente son víctimas de humillaciones, discriminación y malos tratos por parte de la familia a la que “sirven”, incluso de abuso sexual, físico, psicológico y verbal.

 


EL PERMISO

Sus horas laborales normalmente son desde las 6 a.m., hasta las 7 u 8 p.m., diariamente, incluyendo la mitad del día del sábado, y en el caso que la jornada laboral finalice a las 5 p.m., el salir de la casa durante la semana debe de ser contado con un permiso de su empleador. Si desea el fin de semana completo para visitar a su familia en el interior del país, (en el que muchas de estas mujeres son madres que deben dejar a sus hijos al cuidado de otros familiares), deben contar con el permiso que debe acoplarse a las necesidades del empleador.

El servicio doméstico es uno de los ámbitos laborales donde resulta más difícil controlar las condiciones de trabajo y el cumplimento de las responsabilidades por parte de los empleadores.

Esto se debe a que el lugar de trabajo es dentro de residencias privadas y existen pocas o casi nulas legislaciones que protegen a este grupo del sector laboral.

En Guatemala la problemática ha sido tan grande respecto al abuso de las prestaciones y trato inhumano hacia el servicio doméstico, que existe un Centro de Apoyo para las Trabajadoras de Casa Particular (CENTRACAP).*** La labor de esta asociación es crear vínculos de apoyo, dar asesoría para problemas jurídicos e impulsar proyectos de ley que mejoren sus condiciones de trabajo.

Por otro lado, instituciones gubernamentales como el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social implementó en 2009 el Programa Especial de Protección para Trabajadoras de Casa Particular (Precapi). Este consiste en darle cobertura a las trabajadoras domésticas, tal como recibe cualquier otro trabajador, para situaciones médicas como maternidad, accidentes y acceso a medicinas. Por ser un empleo que no está considerado como formal, quienes se dedican a esta labor no cuentan con el respaldo de un seguro social o seguro médico.

 


¿NECESIDAD BÁSICA?

Actualmente hay muchas familias que cuentan con dos, tres o más personas encargadas de los quehaceres de su hogar, sin embargo, ¿cuántas veces el servicio doméstico representa una necesidad real para la familia y cuántas veces es un “lujo”? En países desarrollados, todos los miembros de la familia se encargan de ayudar y realizar las tareas del hogar, sin mayor problema. Pareciera ser una constante latinoamericana donde es necesario tener empleadas, que no representan únicamente un apoyo en las tareas domésticas, sino también una forma de establecer un status social.

El informe Oculto bajo la alfombra: Abusos contra trabajadoras domésticas en todo el mundo., es una muestra de la labor investigativa del Human Rights Watch que desde 2001 ha profundizado en los abusos contra las mujeres y las niñas trabajadoras domésticas de países como El Salvador, Guatemala, Indonesia, Malasia, Marruecos, Filipinas, entre otros. La investigadora Nisha Varia de la División de Derechos de la Mujer de Human Rights Watch reveló que: “Millones de mujeres y niñas recurren al trabajo doméstico por ser una de las pocas oportunidades económicas con las que cuentan. Y que los abusos tienen lugar con frecuencia en hogares particulares y están totalmente ocultos al público”.****

Para cambiar el panorama de las trabajadoras de casa particular debe haber un cambio cultural en el que se haga la transición de pensamiento desde una perspectiva paternalista, que discrimina y explota a las trabajadores domésticas, hacia una nueva forma de patrocinar el desarrollo y las facilidades de estas mujeres para tener acceso a una mejor educación, salud, desenvolvimiento personal y social y de esta manera ser pequeños benefactores del cambio y el desarrollo del país; respetando sus derechos laborales.

Sonia Leticia Locón es un ejemplo de cómo se puede desarrollar una mujer que comenzó trabajando como empleada doméstica. Actualmente está culminando sus estudios en la carrera de Ciencias Jurídicas y Sociales, trabaja con otras mujeres indígenas para impulsar su desarrollo y en las elecciones pasadas participó en la planilla como segunda concejal para su municipio.

“La bendición que yo tuve fue que un día me senté con una de las niñas de la casa quien me asesoró para ahorrar. Ella quería que yo estudiara. Me cuestionó sobre por qué mis hermanos eran mantenidos por mí y mi hermana, si teníamos las mismas oportunidades. Me hizo un presupuesto para invertir en mi futuro (ayudar a la familia y estudiar). Me dio miedo retomar los estudios que había dejado para irme a trabajar, pero toda la familia con la que trabajaba me apoyó explicándome las materias que se me complicaban, dándome tiempo para estudiar; pero sobretodo creyendo en mi capacidad. Después de terminar el bachillerato, me iba a limitar a algo técnico pero gracias a la Asociación de Mujeres Mayas Políticas (MOLOJ) terminé de motivarme para salir adelante y luchar por mis sueños”, nos comparte.

A nivel local, existe poca o nula información sobre este ámbito de trabajo, pues es una temática que no es tema de conversación para nadie, y mucho menos representa importancia para los gobiernos. Las cifras y estudios que existen han sido una aproximación desde organizaciones internacionales que buscan el desarrollo social de Guatemala.

 


*CEPAL-Naciones Unidas(2009). Tareas domésticas no renumeradas: el lado oculto del trabajo infantil en América Latina. Recuperado de: http://www.cepal.org/cgi-bin/getProd.asp?xml=/prensa/noticias/ comunicados/8/35118/P35118.xml&xsl=/prensa/tpl/p6f.xsl.

** Código de Trabajo. Capítulo cuarto: Trabajo doméstico (artículo 164).

*** Prieto, E. (s/f). Centracap. UNICEF. Recuperado de: http:// www.unicef.org/guatemala/spanish/reallives_2396.htm

**** Varia, N. (2006). Trabajadoras domésticas maltratadas en todo el mundo. Humans Right Watch. Recuperado de: https://www.hrw.org/es/news/2006/07/27/ trabajadoras-domesticas-maltratadas-en-todo-el-mundo

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