FASHION HISTORY: True Colors

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La moda de los ochentas y el auge de la alta costura guatemalteca

Fotografía: Cortesía de Diana Zimeri

LA ESCENA INTERNACIONAL QUE INFLUYÓ LA DÉCADA DE LOS OCHENTA

1980 fue una época de sismos políticos no menos importantes e impactantes que los de sus décadas predecesoras. En el medio de revueltas, movimientos sociales, una América Latina que cobraba auge social y la caída del muro de Berlín, el movimiento de la cultura pop fue surgiendo cada vez con mayor fuerza a través de la televisión y el diseño de las ciudades del futuro. El cine, la moda, la música y el arte no fueron ajenos a todo ello y su transformación fue evidente, atrayendo a un público mundial del cual Guatemala no se quedó fuera.

Es así como surge un nuevo término llamado “Power Dressing” en la cual el vestuario común, en contraste con las pasarelas, regresó a una imagen conservadora (TASCHEN, 2011), de la mano de las mujeres que se dedicaban a los negocios profesionales, un vestuario que presentaba a la mujer con una imagen de feminidad y autoridad. La presencia de la mujer en el ámbito laboral era cada vez más común, ellas iban escalando a puestos más ejecutivos y la existencia de trajes formales para mujer era cada vez más necesaria. Por lo que se introdujeron prendas de colores básicos, de mayor durabilidad y que requerían menos cuidado.

Esta época fue variada con diseñadores que decidieron mantenerse con lo tradicional y regresaron a posicionar sus marcas, casas como Chanel y Giorgio Armani, por ejemplo. Así como también surgieron quienes buscaban novedad y futurismo como Jean Paul Gaultier. Luego se fueron incorporando más colores y los tonos neón hicieron su primera aparición. Las prendas mantenían diseños o tramas de bloques o segmentos asimétricos. Algunos de los principales materiales que se utilizaba para la confección de textiles eran el terciopelo, encaje, lana y cuero. El auge de la ropa deportiva de las décadas anteriores prevalecía, al punto que estaba empezando a ser aceptado que los hombres utilizaran trajes deportivos en ciertos eventos.

Fotografía: Cortesía Silvana Beberini

Fotografía: Cortesía Silvana Beberini

Los pantalones continuaban siendo de cintura alta, lo que empezó a variar fue la longitud. Algunas personas preferían cortos, otros largos, pero en general se mantuvieron en un punto medio. Diseñadores como Armani y Valentino introdujeron a la industria pantalones “globo”, los cuales eran holgados en las caderas y más ajustados alrededor de los tobillos, este estilo fue utilizado en pantalones, shorts y bermudas.

Los jeans o pantalones de mezclilla y los pantalones de pana o corduroy fueron grandes protagonistas de la moda ochentera. Uno de los artículos más populares fueron las t-shirts, generalmente de manga corta de telas que mezclaba algodón y poliéster; podían ser ajustadas o flojas, con diseños o frases graciosas o crudas. El auge o incremento de las t-shirts en el mercado fue debido a que el costo de estas era más accesible que otras prendas.

Celebridades como Madonna o Cindy Lauper influenciaron el estilo de varios jóvenes de la época, así como también bandas como Timbiriche, Flans, Magneto y otras estrellas del pop mexicano cambiaron la escena de la moda guatemalteca. Así mismo, las telenovelas juveniles y el surgimiento de la escena del Rock crearon una cultura enfocada en la imagen y la expresión a través del vestuario. El estilo que estas celebridades proponían era el uso de faldas sobre pantalones capri, medias de rejilla, cinta en la cabeza, zapatos deportivos, encajes en blusas, joyas abundantes y el cabello despeinado con mucho fijador. Una novedad en Guatemala fue la capacidad de enterarse lo que sucedía en la industria de la moda occidental mediante la televisión por cable en 1983 (Chajón, s.f.).

Los diseñadores guatemaltecos que eran reconocidos en este tiempo, contaban ya con algunos años de trayectoria y fueron los pioneros de la moda como alta costura en Guatemala, como Silvana Beberini, Diana Zimeria, Ana María Orellana y Francisco Camacho.

LA ERA DE LA COSTURA Y EL DISEÑO GUATEMALTECO

Fotografía: Cortesía de Silvana Beberini

Fotografía: Cortesía de Silvana Beberini

Durante las décadas de los años sesenta y ochenta, la costura guatemalteca experimentó un auge, ya que los talleres tenían cada vez más demanda. Poco a poco se fue rompiendo el esquema de imitar los trajes y siluetas extranjeras que venían en las revistas, y surgen diseñadores de gran talla como Francisco Camacho, quienes iniciaron una labor de diseños y creatividad exclusiva.

Diana Zimeri

Diana Zimeri desde pequeña se interesó por tejer, a pesar de que nunca estudió diseño de modas, posee una gran trayectoria en esta industria. Fue hasta en los ochentas que Beatriz Sol de Topke, una amiga salvadoreña, le propuso que juntas iniciaran un taller y tienda.

“Al principio me enfoqué en los tejidos. Nuestra especialidad era combinar bordados con tejidos, pero con el tiempo me di cuenta que lo que más me gustaba era diseñar”. Diana y Beatriz abrieron una pequeña tienda en la colonia Oakland y luego se trasladaron a la zona 13 donde actualmente mantienen la tienda. “No me interesó abrir una gran tienda en centros comerciales porque mi propuesta de diseño para mis clientas eran piezas únicas”.

Fotografía: Cortesía de Diana Zimeri

Silvana Beberini

Diseñadora italiana asentada en Guatemala, comenzó su trayectoria creando vestidos y costuras para las mujeres de la alta sociedad Guatemalteca, incluyendo a las hijas y esposas de presidentes. Conforme el tiempo, Silvana creó su propia marca MARIVANA, colocando etiquetas con dicho nombre en las prendas diseñadas por ella misma.

Fotografía: Cortesía de Silvana Beberini

Fotografía: Cortesía de Silvana Beberini

Francisco Camacho

Conocido por todos como “Chico” es el primer diseñador guatemalteco que por 40 años deleitó a todos con su estilo minimalista; caracterizado por ser sobrio, sin estampados y con cortes simples de alta calidad, ofreciéndole a su clientela, estilos propios diseñados por él mismo, diferenciándose de la tendencia del momento: copiar los vestidos que aparecían en las revistas de moda. “Tuve que cambiar esquemas porque la gente estaba acostumbrada a decir: yo quiero que me haga esto y mostraban una foto de una revista y eso no es diseño”, nos cuenta.

Su carrera inició cuando apenas tenía 20 años, al presentar un desfile de modas en el Club Americano que en 1967 quedaba en la zona 1. El diseño y la costura fueron elementos que rodearon la infancia de Francisco, quien creció “entre telas”, ya que su madre, Adela Sinibaldi de Camacho, y su abuela fueron costureras reconocidas de la época y tenían un taller.

“Yo le preguntaba a las costureras cómo coser y fui aprendiendo la técnica. Nunca estudié diseño de modas, pero el costurero español, Antonio Guillena Navarro, me dio mucho conocimiento”, nos explica.

Cada año durante las décadas de los setentas y ochentas, presentó desfiles. Además del diseño, se involucró en teatro y en 1977 ganó el premio OPUS a mejor vestuario, mejor escenografía y maquillaje por dos obras, otorgado por el Patronato Bellas Artes. “Luego me fui a España a estudiar diseño de interiores y cuando regresé en 1982 abrí la tienda que se llamaba Piezas en el Obelisco”.

Piezas, por 15 años, ofreció a su clientela prendas simples y elegantes que podían ser utilizadas para los eventos más exclusivos, especializándose en el vestuario de día. “No soy de vestidos de lentejuelas y brillantes para la noche, no creo que la mujer debe ser demasiado llamativa, sino lo contrario, la belleza en la sobriedad”. En 1991 fue a Miami y presentó una colección por la cual fue premiado como el mejor diseñador Iberoamericano. En el año 2007 decidió retirarse del diseño de modas y como debut y despedida presentó una pequeña colección en El Salvador junto con otros diseñadores centroamericanos.

Para Francisco, la moda en Guatemala siempre ha existido, aunque en ese tiempo la tendencia fuera marcada por la ropa importada, inspirada por las grandes revistas europeas.

“La moda existió siempre, la mujer guatemalteca era una mujer bien vestida, aunque vistiera la moda de fuera, ya fuera hecha por una costurera o un diseñador” explica.

Fotografía: Cortesía de Diana Zimeri

Fotografía: Cortesía de Diana Zimeri

Trajes Ceremoniales

Cada región o pueblo indígena en Guatemala tiene trajes y tradiciones distintans, y aunque comparten sus creencias y cultura en algunos aspectos, la forma de expresión de dichas creencias varía a través de uno de sus elementos más distintivos: Los Trajes Ceremoniales.

Totonicapán tiene una fiesta del 24 al 30 de septiembre, en donde celebran a San Miguel Arcángel. Los trajes de esta fiesta tienen una gran influencia española, el huipil tiene aplicaciones de plata y flores de seda bordadas y en la cabeza las mujeres llevan una cinta ceremonial, la cual es hecha con una técnica en el el bordado que lleva a ambos lados de la cinta. Los hombres llevan un pantalón que deja ver una pieza interior de algodón blanco decorado con encaje muy fino; el traje de cofradía se adorna por un pañuelo de seda china morada, generalmente este significa la pertenencia a un rango alto.

Quiché, por otro lado, utiliza un traje especial para su fiesta ceremonial, que es del 1 al 4 de agosto. La Cofrade en esta ocasión es una mujer mayor. El traje que utilizan es un huipil de algodón con aplicaciones y bordados de seda, de este mismo material es la cinta que utilizan como accesorio en la cabeza. En Nebaj, Quiché, utilizan un huipil de fondo blanco con bordados coloridos de aves y flores, con un corte rojo o verde con rayas blancas y un tocado colorido con borlas en donde enrollan su cabello (Andrade, 2009).

Ilustración: Traje Ceremonial de Mixco Carmen Pettersen

Ilustración: Traje Ceremonial de Mixco Carmen Pettersen

En Chichicastenango el traje ceremonial se compone de complementos al traje diario con algunas piezas especiales; como un sobre huipil que cae hasta el corte, esta pieza es de fondo blanco con cuatro bloques que representan los cuatro puntos cardinales y es usado por las mujeres de cofradías u otras participantes de ceremonias religiosas. “Los colores predominantes son el café y morado que son colores especialmente para gente de nobleza, además de rojo, verde y amarillo; el huipil se coloca bordado sobre el corte y sujetado por una faja con bordado de soles y rombo” (CADI INTERNATIONAL, 2004).

Sololá es de los pocos lugares donde los hombres continúan utilizando el traje tradicional. Durante las ceremonias o festividades, las camisas y huipiles femeninos tienen la característica que las mangas parecen tener una pieza añadida. Las mujeres utilizan un corte enrollado en la cintura con un tzute, mantilla de algodón café que se utilizan en la cabeza. Los hombres utilizan saco, morral y pantalón. Sobre este se coloca una pieza de lana llamada rodillera que se envuelve alrededor de la cintura. Durante las ceremonias los hombres utilizan sus trajes acompañados de varas de plata.

Al estar localizado en el oriente del país, Jalapa tiene un traje ligeramente distinto. No utilizan huipil y corte, pero sí varias de las técnicas de costura. La blusa es de algodón con flores, decorados con encajes coloridos en las mangas y cuello. Las mujeres casadas generalmente utilizan un accesorio conocido como tecoyal, el cual es una cinta de lana roja con negro que va trenzada en el cabello. Y la falda o enagua inicia en con una faja de lana ajustada en la cintura y cae de forma holgada; la tela tiene un color sólido y varias rayas delgadas, técnica conocida como jaspeado y pueden tener bordados o aplicaciones coloridas que divide la falda en secciones. En San Juan Jilotepeque utilizan en ocasiones especiales un corte ceñido al cuerpo y una blusa de tela industrial decorada con encajes y otros materiales. Como accesorio utilizan un lienzo blanco como manto sobre la cabeza (Robles, 2012)

 

 

L. Pattersen, C. (1976). Maya of the Guatemala Life and Dress Vida y traje. Guatemala. Museo Ixchel (págs. 157 y 159).

 

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