TESTIMONY OF LOVE AND HOPE: Lianna Rebolledo

 dentro de Historias de éxito, Reality Experience

TESTIMONY OF LOVE AND HOPE

Fotografía: Cortesía de LIANNA REBOLLEDO

Fotografía: Cortesía de LIANNA REBOLLEDO

Lianna Rebolledo

Recientemente LOOK Magazine conversó con Lianna Rebolledo, defensora de los derechos de la mujer por más de 10 años, a sus 12 años fue víctima de una violación que resultó en un embarazo. El aborto jamás fue una opción para ella y ahora se dedica a darle apoyo a personas que han pasado por situaciones similares, compartiendo un mensaje de amor y esperanza.

Loving Life es la organización sin fines de lucro, fundada por Lianna y su hija, que busca promover el respeto a la vida mediante programas de apoyo a las victimas y prevención de violaciones, con el fin mostrar la importancia de valorar y amar la vida. La organización cuenta con diversos programas como apoyo a hogares benéficos, conferencias y talleres, participación en eventos y medios de difusión, terapia integral, entre otros. Más que una organización Loving Life es un movimiento que ha sido creado para concientizar, educar y encontrarle una solución, basada en los valores de amor y respeto, a la problemática que afecta a miles de mujeres y hombres cada día.

Cuéntanos acerca de la decisión que tuviste que hacer al quedar embarazada de tu hija, debido a las circunstancias como sucedió.

A los 12 años fui secuestrada por dos personas y ninguna familia esta preparada para apoyarte, nunca tienen las palabras de consuelo ¿qué te dicen? ¿cómo te hacen sentir o pretender que no pasó nada? Cuando a ti en una edad tan temprana, has sido violentada de una manera tan cruel. Y llegar a casa después del secuestro no fue nada fácil, no es algo de lo que puedas hablar. Sientes que tú eres culpable, sientes que hasta cierto punto tú lo provocaste por el hecho de haber tomado una mala decisión, de haber salido a caminar. Me aburrí, salí, caminé. Te tortura el hecho de no saber que hubiese podida hacer diferente, ¿por qué no corrí? ¿por qué no grité? Y te imaginas miles de escenas sobre qué hubieras podido hacer para evitarlo. Vives con el tomento de ¿me lo merecía? ¿por qué a mí? Y no entendía. Al ser quien lo está viviendo es difícil entender; te quedan las pesadillas, el asco y dolor de ver tu cuerpo ultrajado, el día de hoy aún tengo cicatrices en mi cuerpo y en mi rostro, saber que hay una posibilidad de que te dejen de querer. Sí llegué a escuchar comentarios que te hacían sentir que ya no vales la pena, que perdí el valor junto con mi virginidad. Llega un momento en donde no le encuentras sentido a la vida y dices ¿para qué quiero vivir? Desde chiquita viví violencia doméstica, el alcoholismo de mi papá causó que mi mamá haya tenido que huir del país para salvar su vida, así fue como ella nos llevó a Estados Unidos. Tomé todos los antidepresivos y medicamentos que me recetaron, porque no aguantaba. Era demasiado dolor, tanto que no sabes cómo expresarlo. No puedes ni dormir, pasé de ansiedad a depresión, tenía pesadillas y dejé de comer. En un momento tomé tantos antidepresivos que terminé hospitalizada, fue allí cuando me informaron que tenía 13 semanas de embarazo. Una pregunta que me hizo el medico me llamó la atención porque yo no lo había visto así, me dijo “La ley está contigo” y yo me pregunté ¿cómo puede estar conmigo la ley si no los he atrapado? “La ley te apoya, no tienes que vivir con las consecuencias, aborta” me dijo. Lo que yo me preguntaba era: si yo aborto ¿voy a quedar ‘desviolada’? ¿voy a olvidar? ¿podré salir a la calle? ¿qué soluciono abortando? Y le pregunté si se me olvidaría la violación, la respuesta obviamente fue no. Él llamaba al bebé ‘producto’, producto de una violación, pero para mí siembre fue mi bebé. Nunca pensé en el aborto como una opción, estaba consciente que llevaba una vida dentro de mí. Escuchar los latidos de su corazón fue lo que me ayudó a levantarme y encontrarle un propósito a mi vida, ella se volvió esa luz que necesitaba entre tanta oscuridad. Aunque no la veía, la sentía. Sabía que ella tenía mi sangre y mis genes, no me importaba quien era su papá, lo que me importaba es que si estaba dentro de mi cuerpo era mía y de nadie más. A esa edad no se tiene una madurez suficiente para entender muchas cosas, pero tenía claro que mi bebé no tenía la culpa de los actos de esas personas, le pregunté a una enfermera: “¿por qué quieren que le de la pena de muerte a mi bebé? Si él no me hizo nada?” Al contrario, lo sentía como una mariposa en mi cuerpo y es lo único que me estaba sosteniendo. Así conocí a mi bebé, ella me enseñó qué era el verdadero amor; el parto es la única cita a ciegas en la que estás segura que te enamorarás, porque no hay amor más incondicional. Ella me motivó a recuperarme, ella merecía una mejor vida de la que yo tuve, ella valía la pena seguir viviendo. Cuando ella tenía 4 años me escribió una carta, que todavía la tengo, en donde me daba las gracias por “no regalarla” y por darle la vida. Es sorprendente cómo a una edad tan tierna te estén agradeciendo por estar vivos, que sepan que son seres especiales y estén conscientes que su llegada al mundo es difícil. Ella sabía que a pesar de todo el dolor yo la quería y que la amaba sin conocerla, cuando ella me dio esa carta entendí que ella me había dado la vida a mí, con ella crecimos y nos criamos juntas. La parte del síndrome postraumático sí se logra controlar, vivo con un desorden alimenticio que no es curable pero sí tratable y se que tengo que cuidarme porque sino puedo recaer. Inconscientemente me autocastigué dejando de comer y desafortunadamente aún vivo con esto, pero ahora lo platico y no lo sufro. No se trata de olvidar, se trata de que al recordar ya no sientes el dolor que antes causaba y de perdonar, especialmente a ti misma. Solo así podrás vivir. Aprendí que tenia que perdonarme porque yo no fui responsable, porque mi esencia no la perdí y sobre todo porque tengo a mi hija. Ella es la compañera de mi vida, el verla y escucharla; yo no hubiese podido vivir con la culpa, el haberla abortado hubiera acabado con mi vida. Saber que no le quité la vida a mi niña por los crímenes de otros, me permite vivir con la consciencia tranquila. Ella me enseñó que teníamos que dejar de sobrevivir y empezar a vivir. Cambié el ¿por qué a mí? a un ¿para qué a mí?, empecé a visualizar qué quería de mí. Con esta experiencia de vida muchas mujeres se pueden identificar y saber que se puede seguir luchando. En la organización estamos trabajando para quitar estos estigmas sobre que el aborto es la solución a una violación, el porcentaje de personas que abortan por violación es el 1% de los abortos, y muchas al final se arrepiente. Tratamos de proponer la adopción, una cultura de vida y respeto, que se reconozca que el valor de una vida no está en cómo fue concebida.

Cuéntanos un poco acerca de la organización Loving Life y la labor que realizas.

A los 16 años entendí, no se cómo, pero sabía que en algún momento lo que me había pasado iba a poder ayudar a muchas mujeres. Es así como empecé a estudiar, empecé a prepararme; hasta que te das cuenta que has alcanzado la fortaleza para hablarlo. Además crecer en una hogar donde había violencia intrafamiliar me hizo ver que con esa experiencia de vida iba a tener la sensibilidad necesaria para hablar con personas que hayan pasado por lo mismo. Empecé a involucrarme con fundaciones, hasta que llegué a decir ¿por qué no trabajar en la mía?, saber que esto sería mi plan de vida, dedicarme a que mostrarle a las mujeres que ninguna merece ser violentada, que ninguna merece pasar por abuso psicológico, físico o económico. Uno creería que en la actualidad este problema se resolvió, pero no, aún existe. Aunque también le pasa a los hombres, es un porcentaje menos alto pero también son violentados. Queremos que las personas sepan que la violencias afecta tanto a la mujer como al hombre, es importante cómo a través de experiencias puedes ayudar a otros. Hacemos consejería integral individual y grupal, con mujeres, jovencitas y jovencitos, cuando tú te abres y les cuentas ellos se abren y te cuentan. Queremos fomentar una cultura de amor, de respeto, de rechazo a la violencias y de vida. Loving Life legalmente es una organización desde hace 4 años, yo estoy involucrada en la parte de consejería, de talleres y formación y a mi hija le toca más la parte de organización, logística, etc.

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¿Cómo te sientes de poder inspirar a otras mujeres y ayudarlas a través de Loving Life?

Todavía tenemos muchos trabajo que hacer, esta lucha no termina aún hasta lograr un sistema que apoye y fomente el amor a la vida, todavía hay mucho que recorrer, es un largo camino y no sabes que te espera. Es importante que la gente sepa que después de la adversidad te puedes recuperar y que debes perdonar para mantener tu salud mental, física y emocional. “Is not about forgetting, is about forgiving and yourself as well”, que cuando lo recuerdes no te duela.

¿Cuáles han sido tus mayores logros a través de Loving Life?

El poder llegar a muchas mujeres con un mensaje de esperanza. Y después cuando te escriben contando como les está yendo, que ya nació su bebé, que se recuperaron o que ya entendieron que con su experiencia pueden ayudar a alguien más; empiezas a ver que es una cadena, tú ayudas a alguien y ese alguien ayuda a otros. Hemos podido llegar a muchos políticos y congresos, dándoles argumentos sólidos, para que ellos se den cuenta que no es una cuestión de religión o de creencias; es una cuestión de consciencias, poder ver que no podemos decidir quién vive o no, sin importar la situación o circunstancia. El aborto, lo estamos viviendo y es el peor genocidio de la historia, y al final los beneficiados son pocos. Hacerle ver a las personas que salir adelante es cuestión de actitud.

¿Qué similitudes ves entre Estado Unidos, México y Guatemala respecto al tema de violencia sexual, física, emocional; después de haber participado en el VII Congreso Internacional Generación Vida?

Falta información, es importante seguir formando a las personas. Sobretodo falta mucha más apoyo por parte del sistema. También falta que se sensibilice y se prepare a las personas, esta situación es muy difícil y no tiene porque ser humillante. Cambiar el sistema de tal forma en la que al denunciar no se vea a la victima y se piense ‘pero, ya vio como viene vestida’ sino que al contrario el proceso sea sencillo y menos humillante, inclusive que los cargos sean más severos al violador. El problema no es el embarazo es el violador, perderle miedo a los bebés y temer a los violadores. Se debe alzar la voz para el sistema se de cuenta que tiene que cambiar las leyes para castigar al criminal y no a los que no han nacido. El aporte que quiero dejar en Guatemala es el mensaje de esperanza, el mensaje de amor, del respeto a la vida y que la vida sigue. También que el aborto no es la solución, sino que es una doble violación; con violentar a una personita solo fomentamos más violencia, impulsamos el ciclo de violencia.

¿Qué mensaje le daría a una mujer que esté atravesando una experiencia de violencia sexual?

A veces las palabras no son necesarias, a veces abrirles tus brazos, las abraces y las dejes llorar en tu hombro las ayuda mucho. En mi caso, cuando saben que yo también lo viví y que sentí lo que están sintiendo las ayuda a ver que no están solas y que alguien las entiende. Mostrarles que estás allí cuando ellas lo necesitan. Es importante que lo lloren, porque así van disminuyendo el peso que llevan dentro. La empatía de que con quien están es suficiente.

Fotografía: Loving Life

Fotografía: Loving Life

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