(Re)diseñarse

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Para que cualquier artefacto funcione es necesario ejercer algún tipo de fuerza. En este estudio de branding, Paulina Cerezo resulta esa fuente de energía con creatividad, orden y disciplina.

 

La vida es igual a un buen diseño: requiere experiencia, perseverancia,buenas ideas y valentía. Paulina abrió las puertas de su estudio y le contó a LOOK cómo funciona Mákina.

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La caja negra

Dentro de todo aparato existe una caja que hace que las cosas funcionen. No la vemos, pero sabemos que está ahí, de lo contrario ¿de dónde vendría el café de las mañanas? O ¿de dónde saldrían las llantas que necesitamos para que nuestros vehículos nos transporten por toda la ciudad?

 

En esta máquina no existen tornillos, pedales, tuercas o palancas, cadenas o correas. No. A esta Mákina la componen otros elementos: creatividad, ideas y conceptos, resguardados en un estudio, en el segundo nivel del edificio H, en el Distrito Moda de Ciudad Cayalá. Un espacio industrial con mesas blancas, fáciles de mover, libros, una escalera con bombillos colgada del techo, cuadros con marcos negros y frases poderosas; o bien, ilustraciones. En la mesa encontrarás artefactos que seguramente te hubiera encantado crear de niño, por ejemplo, el famoso borrador rojo y azul, pero con llantas y del tamaño de un carrito de juguete.

 

El eje central, la fuerza que genera movimiento en el estudio es Paulina, a quien espero en el espacio acomodado para reuniones o, si eres parte del staff, para tomarse un café y empezar la mañana con buen pie. Es un cubículo de vidrio con una sofisticada cafetera, una gran mesa negra con lápices y crayones, por si la inspiración aparece cuando estás a punto de dar el primer sorbo. Hasta el portavasos resulta peculiar en este espacio. Al principio pensé que me ofrecerían una rodaja de pan integral, “extraño”, me dije, pero al ver que lo colocaban sobre la mesa lo comprendí: en este sitio todo puede suceder.

 

Su infancia, cuenta Paulina, transcurrió como un collage de colores, formas y experimentación. No podía ser de otra forma con un papá músico que pintaba óleos y una mamá con habilidad manual para crear hasta los más complicados disfraces. “Crecí en ese mundo donde la creatividad no era inusual sino parte del día a día”.

 

Siempre en clases de arte resultaba una consecuencia normal que, título en mano, decidiera estudiar diseño. Pero en la Universidad algo no cuadraba. “En esa época el diseño en el país no era tan técnico y tan digital como ahora. Yo veía la situación acá, el currículum incluía clases de arte, aerógrafo, y aún no se sumaban a la ola digital que venía con fuerza”. Paulina decidió empezar a trabajar y sus padres le apoyaron.

 

Por esos días, en las agencias se tomaban el tiempo para enseñar a quienes se integraban al equipo, “ahora el dominio debe ser inmediato”, opina Paulina. Y se sumergió en ese mundo donde el lenguaje tiene color y las formas expresan tanto como un buen texto. Su equipo de trabajo escuchaba sus ideas, fomentaba su participación y así creció en conocimiento.

 

Trabajó en Young & Rubicam, en DDB y en Saúl cuando iniciaba el proyecto de cafés y restaurantes. El conocimiento acumulado necesitaba un espacio para salir, para producir nuevas ideas.

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Mákina

“Mákina nació porque hubo gente que creyó en mí, que me apoyó y compartió mi sueño. De lo contrario no existiría. Rápido puedes ir solo, pero para llegar lejos necesitas a un equipo”. Ella se siente inspirada por ellos, “son hombres y mujeres que he visto fortalecerse en mente y espíritu”.

 

Paulina buscaba reinterpretar la experiencia de una agencia de publicidad, “muchos clientes querían algo más personal e íntimo. Buscamos involucrarnos en todos los procesos y así nos convertimos en parte del equipo de nuestros clientes”.

 

¿Por qué eligió el nombre Mákina? Simple: “Por la connotación de la palabra, quería transmitir eso que somos unas “máquinas” en nuestra área. También porque somos como un grupo de engranajes que se necesitan unos a otros para funcionar: algunas piezas son más fuertes, algunas necesitan ajustes, pero todas son importantes”, afirma sentada en la sala de reuniones.

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Reinventarse es, quizá, la parte más difícil

Paulina, trabajas en rebranding de marcas ¿cómo lo aplicas en tu vida, en algún momento te ha tocado “rebrandearte”? “Diariamente me reinvento. No soy vendedora por naturaleza, por ejemplo, pero he aprendido a hacerlo”. Con quince pares de ojos atentos a sus movimientos en cualquier presentación aprendió a vender sus ideas, después de todo su empresa no funciona como las demás: Aquí no te entregarán 4 o 5 propuestas, te entregará una sola. LA propuesta. “Generalmente salimos con los logos aprobados, porque sabemos justificar nuestro trabajo. Hemos hecho un análisis profundo, escuchamos al cliente y no permitimos que el ego o el gusto personal interfieran. Al final mi deber es comunicar y te diré cual es la mejor manera. Nos involucramos hasta en el ambiente de los lugares”.

 

Todo suma. Cuando sus hijos, ahora adolescentes, eran bebés no encontraba el sitio para estimularlos musicalmente, por ello se certificó en el programa musical Music Together. La experiencia le ayudó a aprender a dominar un grupo de personas, guiar, hablar en público y ser desinhibida. “Es increíble la analogía de la rebrandeada porque, al final, todo te prepara para tu trabajo”.

 

De creatividad

 

Paulina considera que todos somos creativos, “se confunde con no haber estudiado diseño, o no pintar, pero la creatividad la tienes intrínseca, se trata solo de desarrollarla. No dejes que te convenzan de lo contrario”. Ella es optimista, quizá por eso ha alcanzado todo lo que se ha propuesto.

 

También, para Paulina, la fuerza está en el equipo y es justo cada uno de los engranajes que componen esta Mákina los que logran hacer sonreír a sus clientes al final del día.

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