Lucy Bonilla
Para Lucy Bonilla, su herencia familiar ha sido determinante en la definición de su propia identidad. Sus antepasados acompañan su ruta y le recuerdan quién es día a día. Lo narra así: “mi padre, José María Bonilla Ruano, fue un extraordinario autodidacta gramático, numerario de la Real Academia Española de la Lengua… y el reformador de la letra de nuestro Himno Nacional; mi madre, Blanca Rosa Porras… que ha sido ejemplo de salir vencedora en las pruebas difíciles de la vida, como sacarnos adelante a siete hijos, cuando enviudó y encima tener el tiempo para graduarse en la universidad; mi tatarabuelo por parte materna, Basilio Porras, fue prócer de la Independencia, un extraordinario ser humano que no permitía la corrupción y estaba siempre atento a las necesidades de los demás; mi bisabuelo fue el primer alcalde de los Estados Federados de Centro América”.
Esa historia familiar constituye también su fortaleza. Tiene la convicción de que con cada una se sus acciones le está haciendo justicia al legado de sus abuelos y, principalmente, al de su madre. También porque a ella misma le tocó enfrentar retos similares: crió sola a sus tres hijas para “convertirlas en mujeres independientes y exitosas, cada una en sus proyectos de vida”. A los 28 años, creó una empresa especializada en eventos corporativos.
Son retos particulares. A cada mujer en este país se le presentan en una intensidad y complejidad distinta y a cada una le toca ver la manera de superarlos por sí misma. A veces los retos son insuperables, son más que eso: son imposibilidades. Cuando se puede luchar, dice Lucy, hay que hacerlo. “Quien desde que nace es un luchador tiene que ganarse un lugar en la sociedad y eso no es fácil” expresa. A pesar de las adversidades muchas lo logran. “Hay ejemplos de las mujeres… que han podido sobresalir. Realmente admiro a las guatemaltecas que imponen su talento en las diferentes áreas dejando por un lado su condición de mujer y tomando el control en importantes temas que benefician a nuestro país”, expresa.
Para Lucy, un elemento de su trabajo, más que el servicio puntual que presta, es la posibilidad de contagiar a otros de alegría. Se propone ser feliz cada día, “encontrar en el despertar de cada mañana, la razón de tener el corazón contento… Eso nos ayuda a enfrentar cualquier prueba, por difícil que esta sea”. Es esa la actitud que ella identifica como base del desarrollo de las mujeres y dice: “En primer lugar, debe equilibrar su autoestima, creer en ella misma, saber que puede realizar sus sueños, conseguir los espacios para lograr sus objetivos y no perdiendo nunca la fe en el espíritu que la acompaña”.
Según Lucy, “Guatemala tiene una historia pacífica y esa es la mayor muestra de que somos una cultura amable, dulce y noble, como el clima”. Conocer esa historia es importante, sugiere, pues “ver hacia atrás nos permite avanzar, apoyados con el entendimiento de las generaciones anteriores. Los valores, la fidelidad y el respeto hacia todo lo que se hace, no pueden ser borrados simplemente pensando que para hacer las cosas diferentes se tiene que empezar de cero. Ya mucho han trabajado las generaciones anteriores y hay que tomar lo mejor de cada una de estas épocas para enriquecer con las nuevas propuestas cualquier emprendimiento”.