LOS 2O’S
Diana observa a su alrededor. Sobre su cabeza, un birrete simboliza el rito de paso que celebra. Esta mañana de sol y aire fresco se gradúa de la universidad. A sus veintitantos años culmina la etapa de estudios superiores. Además de conocimiento académico, aprendió que su futuro depende de las decisiones que ella misma tome.
Escucha su nombre, recibe el diploma que la acredita como profesional, ve a sus padres en el público. Su expresión de orgullo, de logro, de aprobación, reafirma en ella su sentido de pertenencia. Están emocionados. Ella ni se diga. También está asustada. Al día siguiente empieza el resto de su vida, y ella la dirige.
UNA RUTA COMPLEJA
La década de los veinte en la vida de la mujer es la más variada y vertiginosa, un camino repleto de cambios, decisiones y revelaciones. Apenas escapamos del convulso paso por la adolescencia y su tempestad física, cuando entramos a esta etapa de definición. Los adultos que hasta hoy guiaron nuestros pasos pierden protagonismo, su rol ahora es de acompañamiento. Empezamos a decidir nuestras acciones, a responsabilizarnos por las consecuencias de lo que hacemos o dejamos de hacer, tomamos un sentido de consciencia más profundo. Es un nuevo viaje. No es sencillo.
En este siglo XXI que la mujer reciba educación universitaria, más que una opción, es necesidad. Para muchas sigue siendo un privilegio difícil de acceder. Pero entrar a esta etapa de adulta joven es mucho más que un diploma.
Iniciamos la década de los veinte con vestigios de adolescencia en nuestra visión del mundo, a nivel psicológico y físico. Sin embargo, salimos de ella siendo mujeres con identidad, cuerpo y mente definidos. Entre los 20 y los 30 atravesamos una profunda transformación. Se va lo poco de grasa infantil que aún había en nuestro rostro, las hormonas se estabilizan. Descubrimos la necesidad del equilibrio. Se agudiza la relación con nosotras mismas.
IDENTIDAD
El rumbo que la mujer tome en esta etapa varía tanto. No existe one size fits all. Las posibilidades son tantas. Nuestra identidad auténtica empieza a despertar. Ya no está subordinada a tendencias externas de la temprana juventud. Según la psicología clínica moderna, entre los 21 y los 28 años recuperamos voz propia, la que prevalece en la niñez y que entra en letargo durante la pubertad. Las percepciones se definen con nueva óptica, más madura, y son el cimiento sobre el que se construye nuestro sistema de valores y prioridades fundamentales. Despierta un sentido intuitivo, agudo y certero, sobre nuestro yo y sobre el mundo. Empieza la etapa de autoconocimiento del yo íntimo. No sucede de la noche a la mañana. Es un proceso semiconsciente, casi misterioso.
VIDA PROFESIONAL
Empezamos a desempeñarnos en nuestras carreras. El cerebro termina su proceso de maduración, los lóbulos frontales se han terminado de formar y sus conexiones neurológicas también. Estamos en nuestro pico de energía y salud. Tenemos la capacidad de enfocarnos eficazmente en objetivos concretos. Desarrollamos destrezas con facilidad. Las metas son primordiales. En esta era competitiva no podemos darnos el lujo de improvisar. No importa qué profesión o emprendimiento elijas, es el momento para diseñar tu imagen profesional. No será estático, evoluciona constantemente, pero es en tus veintes cuando construyes los cimientos.
RESPONSABILIDAD FÍNANCIERA
Volamos con alas propias. Empezamos a hacernos cargo de nuestra manutención. Además de material, es una necesidad emocional. Ponemos a prueba nuestra capacidad de independencia. Lograrlo es necesario en términos de autovaloración. Sentimos temor o inseguridad, claro. Pero al lograrlo la recompensa resulta grandiosa en el proceso de crecimiento personal. El momento varía, depende de muchos factores. Pero la necesidad de alcanzar autonomía es universal.
RELACIÓN DE PAREJA
La ciencia ha comprobado una y otra vez que biológicamente es en esta década cuando sucede la cumbre hormonal de la atracción. Desde eras prehistóricas, la atracción sexual es una respuesta bioquímica del organismo. La producción de feromonas está al máximo. El apareamiento es necesidad biológica, una respuesta primitiva a la necesidad de preservar la especie. Por supuesto, no estamos como cavernícolas oliendo a cuanto hombre se nos pone enfrente para encontrar a un posible compañero. Ya no. La evolución se ha encargado de complicar el asunto. De acuerdo a la antropóloga Helen Fisher, en su libro Anatomy of Love, la necesidad emocional de construir relaciones de pareja profundas, con verdadero significado, coincide con necesidades biológicas que han estado presentes en la raza humana desde tiempos inmemorables. Buscamos relaciones íntimas satisfactorias, vivir la sexualidad a plenitud. La fertilidad femenina alcanza su mejor momento entre los 25 y los 28 años, esto no es casualidad si consideramos los hallazgos científicos.
La forma de relacionarnos ha cambiado. Preservar nuestra esencia e identidad íntegras es una necesidad que se antepone. De ahí que el proceso de construir relaciones de pareja se ha tornado más complejo y exigente. Que la seriedad de esta búsqueda, cuando se da, suceda en la década de los veinte, no significa que ahí termine. Sin embargo es cuando se definen nuestras prioridades. Deseamos construir relaciones sanas y comprometidas. Espacios en donde ambos crezcamos. La plenitud física está presente y la emocional en constante crecimiento.
MUCHOS CAMINOS
La segunda parte de los veinte es crucial. Decidimos formar familia, o aún no, tener hijos o no tenerlos. Construimos experiencias con plena conciencia, procuramos cortar el cordón umbilical sin cortar nuestras relaciones familiares. El mundo nos ofrece un sinfín de opciones. Encontramos distintos caminos espirituales, buscamos respuestas vitales en este sentido. Esta búsqueda apenas empieza.
A sus 28, Diana y su pareja han decidido dar un paso importante. Se han mudado a vivir juntos. Ambos son independientes y autónomos económicamente. Sus carreras exigen energía y foco, trabajan duro. Aun así, han encontrado balance y crecimiento en su relación. Tener familia todavía no está en sus planes. Algunas de sus amigas ya son madres. Esta es la belleza de la etapa que viven, en los tiempos en los que la viven: las decisiones son personales. El ciclo vital femenino provee las herramientas naturales para tomarlas.
por Nicté Serra
Referencias:
Anatomy of Love, Helen Fisher (primera edición, 1992)
Broken Open, Elizabeth Lesser (2005)
Mujeres que corren con los lobos, Clarissa Pinkola Estés (2001)
Your 20’s are still the most important decade of your life,
Dr. Meg Jay (artículo, www.bigthink.com, 2015)
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